Todos los veleros avanzan por el impulso del viento pero, contrariamente al que parece, esto no se debe de a que el viento empuja la superficie de la vela. Si así fuera, un velero sólo podría navegar a favor de la dirección del viento (vientos costaleros) y nunca podría hacerlo perpendicularmente (vientos de través) y, todavía menos, en contra (vientos de ceñida). En este caso, los barcos participantes en la Barcelona World Race tendrían muy poco margen de maniobra en la dirección a seguir y la regata podría alargarse meses e incluso años, en caso de que los vientos fueran contrarios.
Durante siglos, las velas han sido simplemente pantallas de forma rectangular, como las de las carabelas, que forman el que se denomina un aparato redondo. En estas velas, el viento presiona y empuja, por lo tanto estos veleros dependen de la dirección del viento para establecer sus rutas puesto que sólo pueden navegar a favor. Por ejemplo, si una nave mercante tenía que cruzar el Atlántico para llegar en América, navegaba en latitudes bajas para aprovechar los vientos alisios para avanzar, mientras que si lo tenía que hacer en dirección a Europa, navegaba en latitudes altas, ayudándose con los vientos del oeste de las borrascas atlánticas. Es decir, los barcos de aparato redondo o velas cuadras son oportunistas del viento portante.
Para poder aprovechar el viento venga de la dirección que venga, se tuvo que modificar el tipo de velas y la forma de los buques de los veleros. Así surgieron las velas de forma triangular o de trapecio, colocadas a lo largo de la embarcación de forma que cortan el viento. Este tipo de velas forman el aparato de corte o de cortante y son las más empleadas actualmente puesto que permiten navegar en cualquier dirección respeto el viento (excepto si el viento viene por la proa). Los IMOCA 60 usan este último modelo para afrontar una vuelta en el mundo donde se encontrarán vientos de todas direcciones y tendrán que ser capaces de trimar correctamente las velas para ir lo más rápido posible.
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