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Cuando nos movemos a bordo de un barco, no hablamos nunca de cuerdas sino de cabos. El conjunto de todas los cabos de un barco forman la cabuyería. Si además sumamos los cables, estamos hablando del jarcia

Para maniobrar las velas de estos Fórmula 1 del mar hacen falta miles de metros de cabos que recorren la cubierta de popa hasta proa. Que la bañera se convierta en un lío de cabos o esté en orden depende de la destreza que tengan los tripulantes con el manejo del jarcia de trabajo. Gran parte de esta cabuyería está dedicada a la maniobra principal de las velas, es decir, drisas de la mayor, génova, trinqueta y asimétricos, a las que se tiene que añadir las respectivas escotas, amuras.

Al tratarse de barcos concebidos para regatas oceánicas en solitario o doble, las cubiertas están llenas de elementos para la maniobra que se han diseñado con la principal finalidad de crear sistemas sencillos, fiables y que evitan el máximo de desplazamientos de los tripulantes por la cubierta. De este modo, prácticamente toda la maniobra se reenvia a la bañera, de forma que un solo navegante tenga a su alcance –a no más de un par de pasas– el molinillo, los winches y las mordazas necesarios para controlar el aparato.

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