La presencia de vida en la Antártida está fuertemente condicionada por la temperatura, lo que genera que sean pocas especies las que puedan adaptarse a unas condiciones tan duras. Por este motivo, es en el medio marino donde encontramos una gran riqueza de organismos. De hecho, los mares que rodean la Antártida esconden el ecosistema más productivo y, a la vez, más frágil del planeta.
Su riqueza depende de las corrientes de afloramiento que condicionan la cadena trófica, que tienen su base en el krill, un organismo del plancton. Otros organismos que forman parte de esta cadena son esponjas, cnidarios, anélidos, equinodermos y moluscos, entre los invertebrados. En cuanto a los vertebrados, encontramos peces, aves como el albatros, el petrel y el pingüino. Respecto a los mamíferos encontramos especies como focas y cetáceos.
El grupo de los cetáceos engloba varias especies de las cuales, un gran número vive en la Antártida. Estas no son residentes permanentes, ya que durante el invierno migran hacia latitudes más templadas para reproducirse y vuelven en verano cuando el alimento es más abundante. En el grupo de los cetáceos encontramos rorcuales, ballenas, cachalotes, orcas y delfines.
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