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Para proteger la Antártida virgen, en 1959 se firmó el Tratado Antártico, en el que se declara que el territorio no es propiedad de nadie. De esta manera, los países firmantes se comprometen a cumplir las recomendaciones hechas al Tratado, el cual no acepta reivindicaciones territoriales y asegura la preservación del continente prohibiendo la explotación de sus riquezas durante 50 años.

Durante este periodo, el personal científico lo ha utilizado sólo para hacer investigaciones relacionadas con los sistemas naturales y fenómenos de trascendencia planetaria como el estudio de la evolución del agujero de la capa de ozono o el cambio climático.

Este Tratado establece por primera vez en la historia de la humanidad, la protección de un bien natural antes de que se haya degradado. Sin embargo, muchos países han generado una fuerte presión para conseguir la explotación de sus recursos.

En 2009 se firmó la declaración del cincuenta aniversario del tratado antártico, el cual insta a las países firmantes a continuar trabajando y extender, para beneficio de toda la humanidad, la cooperación cimentada en el tratado en los últimos cincuenta años.