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Participar en una vuelta al mundo a vela es un reto para cualquier persona, y más si se hace en pareja, sin asistencia externa ni paradas. Este es el caso de la Barcelona World Race, una regata reservada a navegantes profesionales con mucha preparación y experiencia y que va más allá de una prueba deportiva.

Para el público y aficionados, seguir durante tres meses la circunnavegación de unos barcos que sólo se valen del viento y las corrientes es algo más que una prueba deportiva. No se trata de un campeonato, de un torneo o de una carrera habituales; hay competición, pero también aventura, resistencia, convivencia y mucha incertidumbre que exige una constante superación personal. Todo ello hace que el seguimiento de una regata como ésta ofrezca un gran potencial como herramienta educativa ya que entran en juego, de manera transversal, toda clase de valores, conocimientos, habilidades y emociones difícilmente comparables a otros eventos deportivos.