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Que una vela haga avanzar el barco depende del ángulo que haya entre ésta y el viento. Una vela puede estar flameando como una bandera o estar totalmente acuartelada (encarada al viento). A menudo, ni una cosa ni la otra hacen avanzar bien el barco. De hecho, es como regular la apertura de una puerta por donde pasa una corriente de aire.

La norma dice que una vela tiene que estar expuesta al viento hasta el punto que empiece a flamear, es decir, ni demasiado cerrada -demasiado cazada-, ni demasiado suelta –amollada-. Los veleros actuales, en cambio, pueden aprovechar la fuerza del viento para navegar en casi todas direcciones con la excepción de un sector de unos 90º en contra del viento.

Así, según de dónde venga el viento se puede hablar de los siguientes rumbos:

Cerrados:

Abiertos:

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En cada rumbo, como el ángulo entre la vela y el viento es diferente, el punto idóneo de exposición o cazado varía. Todas estas operaciones de cazar y soltar requieren de mucha fuerza. Por esta razón se usan unos molinillos llamados winches, que gracias a un sistema de engranajes permiten hacer el trabajo con menos fuerza.