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La captura directa de animales y plantas en la naturaleza ha ido perdiendo importancia a medida que la civilización avanzaba. Pero esto no ha sucedido con la pesca que mayoritariamente se continúa haciendo de forma extractiva. Las mejoras en las técnicas de navegación han facilitado las tareas de los pesqueros, hecho que ha permitido una mayor captura.

No todos los mares son igual de productivos sino que hay zonas dónde, gracias a unas determinadas características, hay mayor producción. Para una buena producción de pescado hace falta principalmente una buena producción primaria de plancton. Este buen crecimiento se consigue gracias a la confluencia de condiciones de temperatura adecuadas, riqueza mineral del agua y un movimiento adecuado de esta agua que acerque los nutrientes necesarios hacia la superficie. Para capturar las especies de interés pesquero se utilizan diferentes técnicas de pesca.

La actividad pesquera es un gran factor modificador de los ecosistemas marinos cuando se produce sobreexplotación de los recursos pesqueros. Sus efectos pueden darse directamente sobre las especies extraídas, sobre sus hábitats o a lo largo de toda la cadena trófica. A nivel mundial, el 52% de los recursos pesqueros se encuentran plenamente explotados, cosa que significa que han llegado a su nivel máximo de producción sostenible.

Uno de los casos más afectados es la pesca del atún rojo.