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Navegar durante una regata de vuelta al mundo representa una experiencia física y psíquica extraordinaria que no es comparable con ningún otro tipo de navegación. Además, esta experiencia es aún más sorprendente si se lleva a cabo a bordo de buques que son auténticos Fórmula 1 del mar que no se detienen durante 90 días, y donde es necesario que la tripulación esté también en unas inmejorables condiciones para gobernarlos.

Meses antes de iniciar la regata hay tripulaciones que empiezan un programa de preparación física específica en previsión de situaciones de agotamiento una vez estén a bordo. Es por ello que muchos cuentan con la ayuda de un preparador físico que diseña y guía un plan de entrenamiento que combina largas distancias de carrera con ejercicios específicos y personalizados de pesos.

También hay que tener en cuenta la preparación psicológica y la gestión del descanso. Los regatistas deben aprender a relajarse ya descansar en cualquier momento y situación. En este punto pero, no hay una pauta establecida. Mientras que las tripulaciones más experimentadas tienen suficientes recursos personales para adaptarse una vez comenzada la regata, otros siguen un programa para aprender a relajarse ya dormir en condiciones extremas.

Ante estos diversos puntos de vista, en lo que sí hay acuerdo es que en una regata hay poco tiempo para dormir y que, paradójicamente, a menudo el más difícil es conseguirlo ya que la tensión vivida no deja conciliar el sueño.