Untitled

Parece ser que la navegación en el Mediterráneo comenzó en Egipto hace más de 6.000 años por el río Nilo. En algunas pirámides se han encontrado enterradas, junto con los tesoros de los faraones, barcas enteras desmontadas para que éstos pudieran navegar más allá. Gracias a estos hallazgos, se ha podido saber cómo eran estas embarcaciones de vela, las más antiguas del mundo de las que se tiene constancia.

Los modelos más primitivos eran hechos de la planta del papiro, la misma que servía para fabricar el papel. La técnica consistía en preparar haces de tallos de juncos y después, entrelazados, construir el casco de la embarcación. Estas llevaban remos y una vela cuadrada, envergada en un palo doble, que sólo les permitía navegar a favor del viento.

A pesar de ser embarcaciones muy sencillas, se cree que algunas de estas embarcaciones de 15 m de eslora atravesaron el océano Atlántico hasta el Caribe y América Central, transmitiendo parte de la cultura norteafricana a sus habitantes. Esta capacidad de navegación era debida a la elevada flexibilidad y ligereza de la embarcación. Por otra parte, estos eran barcos que no podían mantenerse demasiado tiempo en el agua ya que el papiro terminaba absorbiéndola y hundiéndose.

El pueblo egipcio también construyó embarcaciones de madera que llevaban de bosques del Líbano. Inicialmente, estos barcos tenían forma similar a los de papiro, sin quilla, poco maniobrables y destinados a aguas tranquilas. Curiosamente, las maderas no se unían mediante clavos sino que iban atadas. Cuando entraba agua por las juntas, lo que hacía la tripulación era tensar mediante un torniquete una cuerda que iba de proa a popa del buque y que lo hacía curvar pulsando las maderas unas contra las otras. Este era un sistema ingenioso, semejante a un arco, que permitía al buque estar más o menos curvado, según la tensión de la cuerda.