Cuando aún no había ferrocarril ni casi caminos, las barcas de mesana, eran el medio de transporte y comunicación más rápido para personas y mercancías en nuestra costa. Su papel fue especialmente importante transportando carga de diferentes pueblos costeros al puerto de Barcelona, lo que se llama cabotage- transporte marítimo en pequeños tramos- donde eran transbordadas a los grandes veleros que las iban a llevar a las Américas. Muchas de estas embarcaciones transportaban aceite y vino de poblaciones que tienen nombres que significan depósitos de almacenamiento como Sitges y Cubelles.
Actualmente, todavía quedan vestigios de la tradición marinera de algunos de estos pueblos. Por ejemplo en el pueblo de la Escala se sigue celebrando una vez al año, la llegada y la descarga de sal en embarcaciones tradicionales de vela latina. En esta fiesta participa todo el pueblo que, vestido de época y con embarcaciones recuperadas que aún se conservan, representan la actividad que se vivía en el pueblo cuando llegaba la sal desde lugares como Alicante o Formentera. Esta sal llegaba cargada en goletas que se llamaban paquebotes y servía para salar las anchoas. Estos fueron los últimos veleros en activo, y eran bien populares en las costas de los países catalanes ya que eran muy marineros y requerían de pocos tripulantes.