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El habitáculo o cabina de un IMOCA 60 es muy sencilla y austera. A pesar del tamaño del buque, no hay demasiado espacio ni comodidad. De hecho, la cabina es una especie de madriguera con una o dos entradas pequeñas desde la cubierta con el fin de protegerlo del ambiente exterior.

La premisa es llevar el mínimo de peso posible: hay una cocina de camping, una o dos literas de tubo y lona, y una mesa de cartas con asiento reclinable, lugar de trabajo habitual que hace muchas veces de dormitorio. La ducha y el inodoro son lujos que no tienen a bordo, teniendo como ducha a menudo la lluvia, y como inodoro un cubo.

Todos los interiores son negros (sin pintar), con el carbono a la vista, ya que la pintura pesa. Los navegantes se adentran en las entrañas de su barco, hacia proa, para acarrear enormes sacos de velas que estiban siguiendo las normas del diseñador. En cada gira, estos sacos deben cambiarse de lado, una de las maniobras más agotadoras sobre todo debido a la incomodidad del recinto, que se puede alargar hasta los 30 minutos.

A pesar de ser veleros, los IMOCA 60 también llevan un motor interior que sirve para proporcionar energía a los aparatos de a bordo. También puede impulsar el barco mediante una hélice plegable sin embargo, sólo se puede utilizar fuera de competición. Normalmente los motores son del tipo diesel, no demasiado diferentes que los de los coches y muy habitual en los barcos deportivos.