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Junto con chocar y volcar, el hombre al agua es el otro peligro que más temen los navegantes. En el agua se pierde calor 25 veces más rápido que en el aire, lo que agota los mecanismos de movilidad y las reservas energéticas, y hace disminuir la temperatura interna, llegando a la hipotermia. Si el agua está a 15ºC, la muerte por parada cardiocirculatoria puede sobrevenir a las 3 horas y media, mientras que si está a 10ºC, no se podrá superar a la hora y media de inmersión.

Cuando un tripulante cae al agua hay que actuar de inmediato. El compañero/a que queda a bordo debe marcar en el GPS la posición en que ha caído. Normalmente los aparatos GPS tienen una tecla llamada MOB (Man Over Board, hombre al agua) que sólo apretándola marca automáticamente la posición. Es importante no perder de vista la persona que ha caído para poder lanzarle una baliza y un flotador que marque su posición en el agua. Todo esto suele ocurrir en breves instantes mientras el barco avanza y se separa del lugar de la caída. Por tanto, una vez marcado el punto del incidente, hay que maniobrar para volver atrás lo antes posible.

Ir con ropa técnica preparada para las navegaciones en aguas frías (con cremalleras estancas por ejemplo), y tomar alimentos y bebidas calientes, ayudarán a estar más prevenidos. Muchas veces, el problema es que el navegante no va atado con el arnés a la línea de vida, a menudo porque sale un momento en cubierta pensando que rápidamente volverá a la cabina. Caer al agua no perdona ni a los noveles ni a los más experimentados.