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Desde finales del segundo milenio antes de Cristo, fenicios y griegos desarrollaron un intenso tráfico comercial por todo el Mediterráneo. Los motivos que los empujaron al descubrimiento del Mare Nostrum fueron la expansión de su comercio, basado en la producción de manufacturas, y sobre todo la búsqueda de los metales -cobre y bronce- y otras materias primas tales como sal y esparto. En la Península Ibérica, la colonia griega más importante fue Emporion (Empúries).

En cuanto a las naves de guerra, los griegos utilizaban el trirreme. Estas podían medir 35 metros de eslora y 4 metros de manga, llevando 24 remos largos por banda, timón doble y una vela cuadrada. Tras los griegos sin embargo, los romanos prefirieron navegar con birrenes ya que, para los combates en el mar, tener barcos con muchas hileras de remos no era muy práctico.

Los romanos retomaron la actividad comercial de los griegos y fenicios, por lo que contaban con grandes flotas comerciales. Estos usaban barcos de vela de casco redondo y sólo utilizaban velas. En los buques de mercancías se transportaban los frutos y los alimentos desde todo el imperio hacia Roma almacenados en ánforas. Para garantizar esta actividad comercial marítima, los romanos desarrollaron infraestructuras como puertos, espigones, almacenes, faros, y otros enclaves portuarios.

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                                                              Nave de guerra griega