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Hoy en día el velero es una máquina ecológica que aprovecha la energía que proviene de una fuente natural -el viento- para efectuar un desplazamiento en el espacio. Para ello necesita unas velas, que en el caso de los IMOCA 60 están adaptadas a la navegación en solitario o a dos.

Normalmente, cuando se navega con tripulación, si hay que cambiar una vela porque el viento ha rolado, se quita la vela que está puesta y se coge la que se quiere poner de un cofre -compartimento bajo cubierta-. Esta maniobra es muy complicada de hacer cuando se navega en solitario o a dos, de ahí que todos los IMOCA 60 llevan velas enrolladas en proa -al estai-. Así, las maniobras se limitan a enrollar y desenrollar velas, con la comodidad añadida de que se puede hacer desde la bañera. Algunas velas -las de rumbos abiertos- sí necesitan ser montadas desde proa, y piden un gran esfuerzo.

Para dar la vuelta al mundo llevan como máximo 10 velas, que incluyen una mayor y un génova, un génova pequeño, una trinqueta, diferentes tormentines y una serie de espinaquers y velas de través de diferentes pesos, para poder adaptarse a todas las condiciones de viento y mar.

Para mover las velas y ajustarlas al viento hacen falta unos molinillos o maquinillas llamados winches que, mediante un sistema de engranajes, permiten reducir el esfuerzo al tirar las cabezas.