Hace 40 años, los barcos de vela que navegaban más de un centenar de millas en el Índico y el Pacífico sur por debajo del 40º de latitud eran una excepción. En una regata de vuelta al mundo como la Barcelona World Race los navegantes recorren más de 10.000 millas en la zona de los Cuarenta Rugientes, donde la temperatura del agua alcanza valores de 4º C y las borrascas se encadenan y generan temporales con fuertes vientos con olas enormes.

Durante la navegación, en la época del verano austral, son frecuentes las nevadas y la humedad en el interior del barco llegando a la saturación, por lo que el frío es muy intenso, y la incomodidad, agotadora. Pero no sólo es en el temible sur donde radican las situaciones extremas: al bajar y remontar el Atlántico, los navegantes pasarán cuatro veces por las zonas de los alisios donde, muchas veces, estos vientos cómodos y estables desaparecen desplazados por insidiosas borrascas que hacen sufrir los regatistas mucho calor.

Los regatistas se encuentran con un completo catálogo de situaciones difíciles para la navegación y la vida a bordo, donde en tres meses pasarán casi por todos los climas del mundo.

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El invierno del hemisferio norte con las temperaturas suaves del clima mediterráneo.

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Las calmas ecuatoriales alrededor del ecuador. Es una zona de poco viento, en la que el sol cae verticalmente y donde las temperaturas alcanzan casi los 40° C en el interior del barco, con una humedad cercana a la saturación. En ellas, la navegación es muy dura ya que se tienen que hacer muchos cambios de velas y de amura que obligan a mover de lado los pesos móviles del barco (velas, bolsas de comida y ropa, herramientas ...) que pueden llegar a sumar más de media tonelada.

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En el verano austral, en el hemisferio sur las estaciones están invertidas respecto al norte. Cuando en el hemisferio norte es invierno en el sur es verano y viceversa. Pero en el hemisferio sur, por debajo de la latitud 40°, ya pesar de ser verano, el agua está muy fría, el cielo casi siempre está cubierto y hay una gran sensación de humedad que no se puede eliminar, y hace que el frío se instale en los huesos y en las empapadas ropas durante semanas.

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Los temporales son comunes en el gran sur, donde los regatistas a menudo tienen que maniobrar en el exterior del barco con vientos de más de 50 nudos (92 Km/h) y olas de agua helada de más de 10 metros (altura mayor a la de un edificio de tres plantas) que barren la cubierta. Esta situación puede provocar lesiones frecuentes y obliga a los navegantes a permanecer muchas horas al timón para cuidar la integridad del barco.

En el interior del mismo, si el mar viene de proa, se producen violentos impactos que convierten la cabina en una batidora en la que es muy difícil conciliar el sueño o incluso comer.