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En muchas ocasiones, los regatistas quieren y necesitan dormir pero no pueden, se obsesionan pensando en lo que puede pasar.

Los miedos y las inquietudes que rodean la navegación no les permite conciliar el sueño. Además, el frío y las duras condiciones de vida pueden hacer que sientan y vean cosas que no son reales, especialmente de noche cuando se fuerza la vista en la oscuridad.

Para conseguir dormir en estas condiciones, no se trata tampoco de tomar ningún fármaco que les haga perder la conciencia, sería muy peligroso. Por ello, hay navegantes que aprenden técnicas diversas de relajación que les permiten descansar y reconducir sus pensamientos.

Entre los ejemplos más conocidos está el navegante Joshua Slocum, quien hablaba con compañeros imaginarios. Según él, estos compañeros le ayudaban a llevar el barco cuando ya no podía más. El navegante francés Bernard Moitessier, en cambio, practicaba yoga en cubierta como parte de su rutina diaria para mantener la cabeza clara.